miércoles, 26 de diciembre de 2012

Derechos Humanos: vida y mercado


SEPARAR EL DERECHO A VIVIR DE LA NECESIDAD DE VENDER
 Howard Richards*

Según el consenso internacional expresado en una serie de tratados solemnemente firmados por los representantes autorizados de casi todos los estados cada ser humano posee una serie de derechos.   Subyace todos ellos el derecho a vivir.

Para poder vivir cada ser humano tiene que satisfacer ciertas necesidades, como las son alimentación, agua, vivienda, servicios de salud…

Desde los albores de la humanidad las diversas culturas siempre han insistido de una forma u otra que el ser humano tiene deberes para con los demás.   Algo debe hacer para servir al prójimo. [1]    Lo más común es que las pautas sociales prescriben que los seres humanos deben de una manera u otra trabajar, y que deben desarrollar sus talentos.  Pero nada dice que el ser humano tenga un deber de vender.  Es más.   No puede existir un deber de vender, porque la venta siempre supone el acuerdo voluntario de un comprador.  Puesto que no sea lícito obligar al comprador a comprar,  no puede ser lícito obligar al vendedor a vender.

En las sociedades mercantiles [2] como las nuestras la gente satisface sus necesidades por comprar lo que necesita con dinero. [3]    Consiguen el dinero por vender lo que tengan para vender.   A menudo lo que tienen para vender es su fuerza de trabajo.

En nuestra jerga individualista la sabiduría convencional reza, “Cada uno debe valer por sí mismo.”  A veces matizamos, “Cada adulto sano debe valer por sí mismo.”

Sobran razones por declarar que semejante jerga individualista dista de la realidad.  Una razón suficiente es lo siguiente.    Aquí “valer” requiere “vender.”  Para “valer” uno tiene que vender algo para conseguir dinero para comprar sus necesidades sin pedir dinero a terceros.   Pero vender no es nunca algo que uno pueda hacer solo por sí mismo.   Supone siempre el concurso de por lo menos una persona más, a saber un comprador.    Supone siempre un comprador quien quiere comprar y quien tenga el dinero suficiente para poder comprar.

Si tomamos en serio el concepto de preferencia por la liquidez de JM Keynes [4] nos damos cuenta que vender no puede ser un deber.  Analizando una sociedad entera como una totalidad,  sumamos todas las ventas y todas las compras.  Las dos sumas tienen que ser iguales, porque lo que es una compra del punto de vista del comprador es una venta del punto de vista del vendedor.

Ahora bien, tanto los individuos como las instituciones corporativas como las son por ejemplo las empresas prefieren en alguna medida la liquidez.   En alguna medida no gastan.  Prefieren tener dinero, antes de tener las cosas que se podrían comprar con el dinero.   Puesto que no gastan, no compran.  Puesto que no compran, hay quienes no venden.

Uno pueda contar cualquier cantidad de anécdotas sobre el éxito económico de determinadas personas, e incluso el éxito de algunas quienes nacieron en condiciones de pobreza.   Sin embargo, sumando sobre la sociedad entera, mientras el éxito depende de la venta, habrá una clase excluida.  Será la clase de quienes no logran vender.

Keynes crítica a los “Candides” de la economía clásica quienes suponen que toda está bien en este mejor de los mundos posibles, siempre y cuando no hagamos nada y deja que los mercados realicen su imaginaria obra milagrosa de identificar para cada vendedor su comprador.   Otros teorizan desde otras disciplinas la inseguridad de la clase Lumpen (Lumpen es una palabra alemana que nombra aquella parte del proletariado que no es siquiera una clase trabajadora porque encuentra trabajo rara vez, en forma precaria, o nunca.)   El historiador Karl Polanyi destacaría que los Lumpen no gozan de los beneficios de un sistema de redistribución como fue típico de los imperios antiguos,  ni tampoco de la reciprocidad entre clanes que fue típica de las tribus antiguas. [5]   El antropólogo Marshall Sahlins contrasta la economía inclusiva de la “edad de piedra” con la economía actual. [6]

Sin teoría alguna podemos ver todos los días en las calles de las grandes urbes del mundo que los vendedores se multiplican y los compradores se escasean.  Por lo menos yo lo veo y me cuesta creer que una persona pueda pasear por muchas calles de muchas ciudades sin verlo también.   A menudo se puede ver a quienes de alguna manera u otra ya se han fugado del sistema mercantil -- mendigos, ladrones, borrachos, drogados, y locos.  Casi siempre se puede ver vendedores todavía luchando para vivir de una forma legal y legítima  quienes se esfuercen cada vez más para encontrar a compradores.  Se puede ver que es común que los compradores ni necesitan ni quieren lo que se les ofrece.  No es tan visible, pero también es cierto que típicamente los compradores tienen presupuestos limitados que no les permiten comprar aunque quieran comprar.    Me refiero aquí tanto a la dificultad de vender muchos de los bienes de lujo ofrecidos a los ricos en tiendas exclusivas como a los esfuerzos punibles de vendedores callejeros para encontrar compradores para sus parches curitas y su  artesanía sencilla.  Sugiero que aún sin leer a Keynes, en las experiencias ordinarias que todos tenemos se puede ver que en este mundo hay demanda insuficiente y demasiada necesidad de vender.

En fin, tanto de la ciencia social como del sentido común, se saca la conclusión que  no vamos a poder nunca atender a las necesidades de todos a través de las prácticas de compra y venta.    Es normal y permanente el hecho que algunos quienes necesitan vender no encuentren a quienes tengan el deseo y el dinero para comprar.

Por lo tanto, para hacer realidad el derecho a vivir es necesario separar el derecho a vivir de la necesidad de vender.

Los derechos humanos suponen e implican el derecho a vivir.   Son universales.   Cada ser humano los tiene por el hecho de haber nacido miembro de nuestra especie.   Quienes no encuentren compradores para sus bienes y servicios también tienen derechos humanos y por eso tienen el derecho a vivir.    Hay que cumplir con ellos.  Es imposible cumplir con ellos en forma sostenida y confiable solamente con instituciones mercantiles.    Hay que cumplir con ellos a través de instituciones no-mercantiles o no solamente mercantiles.

 REFERENCIAS

[1] Con la llegada de la agricultura y con ella de las sociedades divididas en clases los deberes de los hombres de la clase alta llegaron a ser en gran parte más la represión de la clase baja trabajadora que el servicio de ella.   Igual la sociedad funcionaba con un sistema de deberes. 
[2]  Considero que “mercantil” es una categoría más amplia que “capitalista” y que incluye a las sociedades capitalistas como un subconjunto de las sociedades mercantiles.
[3] Una famosa investigación de Amartya Sen demuestra que en las grandes hambrunas del siglo veinte hubo alimentos disponibles.  Los pobres murieron de hambre porque no tenían dinero para comprarlos.  Amartya Sen, Poverty and Famines. Oxford: Clarendon Press, 1982.
[4] Se puede decir que la preferencia por la liquidez es el concepto central que unifica la Teoría General de Keynes.   Dicho de otra manera, el proyecto general del libro es criticar un postulado central de la ciencia económica clásica que se llamaba la Ley de Say.   Según la Ley de Say atribuido al economista francés Jean-Baptiste Say (1767-1832) la oferta crea su propia demanda.  Por lo tanto no puede haber oferta, por ejemplo oferta de mano de obra en el mercado laboral,  sin demanda, en este mismo ejemplo patrones dispuestos a contratar a trabajadores.   La preferencia por la liquidez nos dice que a menudo no hay demanda, porque en vez de comprar la gente retiene su dinero.  El caso de empleo pleno, y en general el caso de un mercado en el cual cada vendedor encuentra su comprador, es un caso especial entre muchos casos posibles –los mas de ellos siendo equilibrios de bajo nivel en el cual terminadas las  transacciones voluntarias entre quienes quieren comprar y quienes quieren vender,  quedan trabajadores cesantes y capacidad productiva sub-utilizada.   Keynes llama su libro Teoría General  porque su libro trata de todos los casos, y no como la teoría clásica solamente de un caso especial determinado que es el caso de pleno empleo  --caso especial que rara vez ocurre y cuando ocurra es pasajero.  John Maynard Keynes, Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero.   Buenos Aires: Eudeba, 1997.  (Original ingles 1936)
[5] Ver Karl Polanyi, La Gran Transformación.  México: Fondo de Cultura Económica, 1992; y otras obras del mismo autor.
[6] Marshall Sahlins, Economía de la Edad de Piedra.  Madrid: Akal, 1977.


NOTA DEL EDITOR

* Educador. Artículo publicado en «Foro-Red Paulo Freire-Perú» el 25/12/2012. Consulta el 26/12/2012.

domingo, 23 de diciembre de 2012

miércoles, 12 de diciembre de 2012

SAN AGUSTIN - ANUARIO 1963.pdf


Amigos y condiscípulos agustinianos,
reciban un cordial saludo y por archivo adjunto un grato presente por navidad que hacemos en equipo el Comité Editor «Círculo Agustino» (CECA), en favor de la Promoción 1963 del Colegio San Agustín de Lima.

Un abrazo navideño,

Jean Jesu, Coordinador CECA.


PD: URL
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