Leonardo Boff*
La indignación generalizada
frente a la corrupción en Brasil y en el mundo entero está dando paso a la
resignación y a la indiferencia, pues la impunidad está tan extendida que
la mayoría de la gente desconfía de que haya solución.
Sobre este hecho la teología
tiene algo que decir. Ella sostiene que la condición humana actual se encuentra
desgarrada y decadente (infralapsárica se dice en el dialecto
teológico) a consecuencia de un acto de corrupción. Según la narración
bíblica, la serpiente corrompió a la mujer, la mujer corrompió al hombre y
ambos nos dejaron un legado de corrupciones sobre corrupciones hasta el
punto de que el mismo Dios “se arrepintió de haber creado al ser humano en la
Tierra” como nos recuerda el texto del Génesis (6,6). Somos hijos e hijas
de una corrupción originaria.
En los espacios cristianos se
alegaba que todo mal se deriva de esta corrupción originaria, llamada pecado
original. Pero esta expresión se ha vuelto extraña a los oídos modernos. Son
pocos los que se refieren a ella.
Aún así, me atrevo a rescatarla,
pues contiene una verdad innegable, confirmada por la reflexión filosófica de
Sartre e incluso por el rigorismo filosófico de Kant, según el cual «el ser
humano es un leño tan torcido que no se pueden sacar de él tablones rectos».
Es importante hacer notar que es
un término creado por la teología. No se encuentra como tal en la Biblia. Fue
san Agustín en diálogo epistolar con san Jerónimo quien lo inventó. Con la
expresión “pecado original” no pretendía hablar del pasado. Lo “original” no
tenía que ver con los orígenes primeros de la historia humana. San Agustín
quería hablar del presente: la situación actual del ser humano, en su nivel más
profundo, es perversa y está marcada por una distorsión que llega hasta los
orígenes de su existencia (de ahí, “original”). Hace su filología de la palabra
“corrupto”: es tener un corazón (cor) roto (ruptus, de rompere).
Somos portadores, por lo tanto,
de una ruptura interna que equivale a una laceración del corazón. En palabras
modernas: somos dia-bólicos y sim-bólicos, sapientes y dementes, capaces de
amor y de odio.
Esta es la actual condition
humaine. Pero por curiosidad, preguntaba san Agustín, ¿cuándo comenzó? Él mismo
responde: desde que conocemos al ser humano: desde los “orígenes” (de aquí el
segundo sentido de “original”). Pero no da importancia a esa pregunta. Lo
importante es saber que aquí y ahora somos seres corruptos, corruptibles y
corruptores. Y que creemos en alguien, Cristo, que nos puede liberar de esta
situación.
¿Pero dónde se manifiesta más
visiblemente este estado de corrupción? Quien nos responde es el famoso y
católico Lord Acton (1843-1902): en los portadores de poder. Enfáticamente
afirma: «mi dogma es la general maldad de los hombres de poder; son los que más
se corrompen». Y hace una afirmación siempre repetida: «el poder tiende a
corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente».
¿Por qué, exactamente, el poder?
Porque es uno de los arquetipos más poderosos y tentadores de la psique humana;
nos proporciona el sentimiento de omnipotencia y de ser un pequeño «dios».
Hobbes en su Leviatán (1651) nos lo confirma: «Señalo como tendencia general de
todos los hombres un perpetuo e inquieto deseo de poder y más poder que
solamente cesa con la muerte. La razón de esto reside en el hecho de que no se
puede asegurar el poder sino buscando más poder todavía».
Ese poder se materializa en el
dinero. Por eso las corrupciones que estamos presenciando envuelven siempre
dinero y más dinero. Hay un dicho en Ghana: «la boca ríe pero el dinero ríe
mejor». El corrupto cree en esta ilusión.
Hasta hoy no hemos encontrado
cura para esta herida interior. Sólo podemos disminuirle la sangría. Creo que,
en último término, vale el método bíblico: desenmascarar al corrupto, dejándolo
desnudo delante de su corrupción, y la pura y simple expulsión del paraíso, es
decir, sacar al corruptor y al corrompido de la sociedad y meterlos en la
cárcel.
NOTA DEL EDITOR
* Filósofo. Artículo publicado en
«leonardoBOFF.com». Consulta el 18/08/2012. http://leonardoboff.wordpress.com/2012/08/15/corruptoquien-tiene-el-corazon-roto/