jueves, 24 de diciembre de 2015

Feliz Navidad: viendo volver a nacer a Dios, renace en nosotros el amor, la fe y la alegría



El Nacimiento nos dice que el Señor nunca se impone con la fuerza, dice el Papa recibiendo a los donantes del árbol y el pesebre de la Plaza de San Pedro

Ciudad del Vaticano, 18 de diciembre de 2015 (Vis). -

El Papa Francisco ha recibido esta mañana en el Aula Pablo VI a setecientas personas procedentes de los ayuntamientos bávaros de Hirschau, Schnaittenbach y Freudenberg, que han regalado este año el árbol de Navidad de la Plaza de San Pedro y a los representantes de la provincia italiana de Trento que junto con esa arquidiócesis han realizado el Nacimiento. Los adornos del abeto son de la Fundación Condesa Lene Thun con sede en Bolzano y, como recordó el Santo Padre representan los sueños de los niños que lo han decorado con los que se congratuló.

''Esos deseos que lleváis en el corazón -dijo- están ahora en el lugar más adecuado porque están cerca del Niño de Belén: están confiados al que 'vino a habitar entre nosotros'. Jesús no apareció sencillamente en la tierra, no nos dedicó solamente algo de tiempo, sino que vino para compartir nuestra vida y acoger nuestros deseos. Porque quiso y quiere todavía vivir aquí, entre nosotros y para nosotros. Le importa nuestro mundo que, en Navidad, se convirtió en su mundo. El Nacimiento nos lo recuerda: Dios, por su gran misericordia, bajo hacia nosotros para quedarse con nosotros''.

El Nacimiento nos dice también que el Señor ''nunca se impone con la fuerza. Para salvarnos no cambió la historia haciendo un milagro grandioso. En cambio, vino con simplicidad, humildad, mansedumbre. A Dios no le gustan las imponentes revoluciones de los poderosos de la historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Al contrario, se hace pequeño para atraernos con amor, para llegar a nuestros corazones con su bondad humilde, para llamar la atención con su pobreza a los que se afanan en acumular los falsos tesoros de este mundo''.

El Santo Padre recordó que esa era la intención de san Francisco cuando inventó el Nacimiento porque, como afirman las Fuentes Franciscanas, quería ''celebrar la memoria del niño que nació en Belén y contemplar de alguna manera con los ojos del cuerpo lo que sufrió en su invalidez de niño''. En esa escena ''la simplicidad recibe honor, la pobreza es ensalzada, se valora la humildad''. ''Os invito -añadió- a deteneros ante el Nacimiento porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina, que se hizo carne humana y puede enternecer nuestras miradas. Pero sobre todo quiere mover nuestros corazones''.

Y en ese sentido Francisco señaló que en el Pesebre hay una figura que revela el misterio de la Navidad. ''Es un personaje que hace una obra de bien inclinándose para ayudar a un anciano. No solamente mira a Dios; lo imita porque, como Dios, se inclina con misericordia sobre el que lo necesita. ¡Que, vuestros dones que esta noche serán iluminados -finalizó- atraigan muchas miradas y sobre todo reaviven en la vida la luz verdadera de Navidad!''.
 

 

domingo, 13 de diciembre de 2015

¡FELIZ NAVIDAD! 2015

NAVIDAD 2015 - AÑO NUEVO 2016
Porque si Él vino para perdonar al hombre sus pecados, reconozca el hombre su condición
humana y Dios haga su misericordia (San Agustín, Sobre el Evang. de San Juan 14,5).








      

Mis queridos y siempre recordados amigos:
         
             Acabamos de comenzar el Año de la Misericordia. Es una gran oportunidad para renovar nuestra fe y, sobre todo, la confianza en un Padre que nunca defrauda. Nos dio un intercesor: Cristo. Ese Dios, hecho niño, como uno de nosotros. Jesús nació en la más estricta pobreza y, humanamente hablando, casi en el anonimato. Solo José y María le acompañaban en aquella aparente soledad. Dos seres humanos, sencillos, llenos de amor y muy fieles a cuanto Dios les iba proponiendo. No hubo lugar para ellos ni en una posada. ¿Qué pensarían los posaderos al verles tan humildes, tan callados ante la adver­sidad?

          ¡Qué contrastes con el mundo en que vivimos! ¿Por qué -diríamos nosotros- no les dieron acogida, si José era de la Casa de David y tenía derecho a su aposento? Hoy que hablamos tanto de derechos y poco de deberes, nos suena esto a atropello humano. Pero el pensamiento de Dios no es precisamente el del mundo de hoy, porque es eterno. La humildad de Jesús ¡cómo contrasta con esta nuestra humanidad egoísta y materia­lista!

          Se nos presenta una nueva celebración de nuestra -mía propia, de cada uno- y vamos a renovar nuestra fe y nuestra esperanza en Alguien que viene a enseñarnos cómo vivir en medio de una sociedad cada día más paganizada. Lo nuestro es ser conse­cuentes con nuestros principios cristianos. Nadie nos puede arrebatar esa fe en quien nos vino a enseñar con su vida lo que es ser uno mismo. Él será el camino, la verdad y la vida, pero diáfanamente. Mostrándose, en apariencia, como el ser humano más enrai­zado en su medio. Sin hacer alarde de nada, se gana a todo el que quiere ser realista como Él.

          ¡Qué bueno es recordar aquel pensamiento de Jesús: El que quiera seguirme, que tome su cruz de cada día y... me siga! Esto significa que Él va delante, sin desenten­derse del que viene al lado, detrás o... retrasado. A todos nos observa y nos anima para que no nos rezaguemos. Sus pasos son firmes y podemos ir pisando sus huellas. Se podría decir: como cualquier caminante de a pie, es decir, de quien lucha cada día por subsistir.

          Que estas fechas memorables nos animen a seguir reforzándonos en nuestros idea­les y que el Divino Niño nos depare un Nuevo Año con nuevas luces que venzan to­das las sombras u oscuridades de nuestra vida.

          Vuestro incondicional amigo. ¡Siempre unidos en la oración!

P. Cesáreo Fernández de las Cuevas  O.S.A.

¡FELIZ NAVIDAD! ¡UN NUEVO AÑO ILUSIONANTE!