jueves, 25 de junio de 2009

Bagua: cambio político y educativo

PUNTO DE REFLEXIÓN
Genocidio histórico al desarrollo humano
Por: Javier Zorrilla*

Integrar la tragedia de Bagua en la memoria nacional exige su comprensión desde distintas visiones. Negar, bloquear o degradar la imagen del genocidio no ayuda a la construcción de una verdad integradora que requiere de comunicación y diversidad. Cada interpretación expresa una mirada, proyecta un paisaje y trasunta una intención. Además, fija criterios de relevancia. A los ojos de unos será más importante el crecimiento económico y la modernidad. A los de otros, la sustentabilidad étnica, social y ambiental. Y otros tantos más tendrán en su mira la obtención o conservación del poder. La hipótesis del genocidio llama la atención sobre la tragedia, tal y como esta puede ser contemplada en el paisaje de los derechos humanos.


Según el artículo seis del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de las Naciones Unidas, el genocidio se tipifica de acuerdo con la presencia de los siguientes atributos en un determinado hecho social: a) matanza de los miembros del grupo; b) lesiones graves a la integridad física o mental; c) sometimiento intencional a condiciones de existencia que hayan de acarrear destrucción física total o parcial; d) medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.


La tesis del genocidio tiene la virtud de mostrarnos sin tapujos la política oficial seguida contra la selva.


Estamos en una encrucijada y se requiere una respuesta rápida y esencial. ¡Enrumbemos de una vez por todas hacia la protección de la vida natural y humana en su maravillosa diversidad! Tal vez haya llegado la hora de reconocer abiertamente que la violencia está por doquier: La corrupción es una forma de violencia moral, económica y política; la explotación, sin responsabilidad social y ambiental, es violencia económica, humana y ecológica; el autoritarismo, la ausencia de participación popular, es también violencia política, tanto como la protesta violenta que le suele seguir, dentro de un sistema de posturas que absolutizan la propia mirada y el interés particular.


En este contexto, no es de extrañar que las cosas se arreglen a patadas. Y hasta que el grupo que se siente afectado no toma un puente o bloquea una carretera no le hacen caso, ni aparece en los periódicos, ni recibe a los ministros bomberos que van apagar el fuego. Por eso necesitamos ya cambios de fondo no violentos, del lado de los políticos y la política, pero también del lado del poder económico y la población.


Los derechos humanos tendrían que dejar de ser aspiraciones y volverse orden institucional, actitud colectiva y conducta diaria.


El desarrollo humano y sustentable es una visión de futuro en la que la diversidad social e ideológica podría converger.


La no violencia activa es el método y el camino por seguir para lograr una transformació n personal y social con sentido humanizador.


Estos deberían ser los ejes del cambio político y educativo en el Perú. Cualquier otro camino nos llevará a la repetición de la tragedia de Bagua en cualquier otro momento y lugar.


* Antropólogo. Extracto del Artículo publicado en El Comercio, martes, 23 de junio del 2009, al cual puedes acceder siguiendo el enlace: Genocidio histórico al desarrollo humano.

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